domingo, 16 de diciembre de 2012

Tomorrow.

Y acá estoy. Me separan horas del gran viaje. De acá a un amanecer voy a estar subiendo a un avión, para pasar 104 días en otro país. Todo cambia: el idioma, la comida, los horarios, las costumbres, el clima. Voy a trabajar todos los días, que no es detalle menor, y encima lejos de mi familia, amigos, casa, cama y todo lo que conozco. Voy a conocer lugares soñados, que hasta hace unos meses ni pensaba que iba a pisar. Y gente, mucha gente. De allá, de acá, de todo el mundo. Lo que se viene es grande y tomo conciencia de la dimensión de todo, pero no lo asocio. Estoy raro. La cuestión es que la espera me está matando.
Anoche hice Skype con Vane, que ya está allá. Estaban juntados todos mis futuros compañeros de trabajo en uno de los departamentitos y dos habían salido a comprar alcohol. Una hora más tarde vi que subió fotos y de fondo se veían cervezas, botellas de Smirnoff y el infaltable fernet. Mal no la están pasando. Mientras tanto yo anoche, en mi último sábado en Argentina, me quedé a dormir porque hoy me espera un laaargo día haciendo valijas (sí, no preparé ni las valijas todavía, soy un paja) y, además, viene mi familia a visitarme.
Y bueno, escasos y nulos lectores, la verdad está entrada dice poco y nada pero era infaltable. Apenas pueda escribir de nuevo, lo hago. Tal vez ésta noche, tal vez mañana en alguna escala, tal vez más después desde los Estados Unidos. Nos vemos, y si no nos vemos, nos tocamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario